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Desde Salkantay Hacia Machu Picchu: Día 01

19 de agosto, 2015

Machu Picchu y el Camino Inca están en lista de lugares por visitar de casi todo turista o viajero y las razones sobran. Explorar la ciudad perdida de los Incas, siguiendo los pasos de Hiram Bingham, y experimentar de primera mano la espectacular cultura Inca es acercarse al pasado y a una gran aventura, que muchos no querrán perderse. Tuve la oportunidad de experimentar esta sensación en el 2013, cuando partí hacia Cusco para realizar las caminatas Salkantay y Ausangate. El Camino Inca es histórico y por lo que había oído una inigualable caminata. Debido a su popularidad entre los amantes del trekking en el camino se encuentra uno con personas de diversas nacionalidades. El número de turistas que se permite en este camino anualmente es limitado y por lo cual encontrar un cupo es algo complicado. Si desafortunadamente no encuentran espacio con una compañía de guía autorizada (requisito indispensable) para hacer el Camino Inca debería considerar seriamente el Salkantay Trek. Tras una exhaustiva búsqueda en el Internet, esta fue mi mejor opción. Ya en la caminata no podía sino agradecer por la elección hecha.

En este artículo encontrarás mi bitácora diaria detallando mi aventura hacia Machu Picchu. El paisaje, está de más decir, es impresionante y casi imposible de capturar aún con la cámara más sofisticada.

La noche antes de empezar nuestra caminata, nos tuvimos que reportar a la oficina de la agencia, localizada en el centro de Cusco. Elegir la agencia turística para realizar la caminata me tomó algo de tiempo de investigación en el internet. Perú es un país de inmensurable belleza e historia que habla por sí misma, pero la impresión general de tus vacaciones será determinada por la calidad de la agencia que elijas.

Aquella mañana, Julia y yo aprovechamos el tiempo explorando Cusco y sus atractivos disponibles, luego nos aproximamos a la oficina, y a pesar de llegar temprano encontramos a Olf y Suzanne de Alemania, que actualmente vivían en Brasil, quienes viajarían junto a nosotros. Efrain, quien se presentó como nuestro guía, sirvió mate de coca para todos antes de empezar a explicarnos los detalles de lo que pasaría en los próximos 5 días. En ese instante otra pareja ingreso a la oficina y se presentaron como Eric y Fenny de Houston. Según comentaron, decidieron a último minuto unirse a la expedición por lo cual no contaban con un plan y su equipo era el básico. Su buena actitud se hizo visible al unirse inmediatamente a la conversación sobre los detalles del itinerario.

Después de la reunión, cada uno de nosotros recibió una bolsa verde de lona que sería llevada por los porteadores. Julia y yo, fuimos sorprendidos de manera grata con esta noticia, puesto que parte de nuestro plan era ser responsables de llevar nosotros mismos nuestro equipo de viaje. La idea de tan solo cargar agua y lo que teníamos puesto mientras explorábamos nos emocionó. Regresamos al hotel y empacamos todo lo necesario en nuestras bolsas verdes. Intentamos dormir temprano pero la taza de mate de coca que acepté más la emoción de empezar la aventura me mantuvieron despierto toda la noche hasta las 3:30 am momento en el cual mi despertador sonó.

Un nuevo amanecer llegó y con el, la inevitable emoción de embarcarnos en esta nueva aventura. El aire de la mañana de Cusco, ubicado a 11,000 pies (3,352 m) de altura, era frío y presagiaba un día lleno de aventura. Una van pequeña nos recogió e increíblemente todos entramos en ella (6 viajeros, 1 guía, 4 porteadores y el chofer). El viaje hacia Soraypampa fue de 3 horas, en una carretera sin asfalto, angosta y polvorienta.

Nuestro primer día empezó con un suculento desayuno, preparado por el increíble chef, ¡Súper Mario! Nuestro primer descanso llegó después de haber caminado 9 millas. Nuestro viaje empezó a una altitud de 12,477 pies (3,802 m) en Soraypampa, y comenzamos la caminata hacia el punto más alto de Salkantay, conocido como el paso Salkantay, ubicado a 15,090 pies (4,599 m) de altura. El trayecto hacia Salkantay Trek nos dio una muestra de la belleza andina, con hermosos rostros tallados en imponentes rocas sobre campos de tintes dorados y marrones.

Nos detuvimos para almorzar, después de haber avanzado algunas millas, y descansar un poco, antes de seguir hacia la parte alta del Abra Salkantay. En este punto, Julia y yo, comprendimos que estábamos en un grupo que no tenía mucho entrenamiento para la altitud. Nuestro paso era dos veces más rápido que el del resto del grupo, por lo que tuvimos que esperar considerablemente por los demás en el punto donde almorzaríamos. Esto es uno de los puntos en contra de viajar en grupo, ya que no puedes avanzar a tu propio paso. El lugar elegido para el almuerzo tenía una vista directa hacia Salkantay, lo cual disfrutamos al máximo.

Después del almuerzo la caminata hacia el paso continuó, caminábamos en dirección a un grupo de nubes que se desplazaba rápidamente. Julia y yo íbamos bastante adelantados del grupo, y nos encontramos con una pareja de canadienses quienes se mantuvieron con nosotros a lo largo del paso. Estábamos intercambiando bromas y hablando de nuestro amor por la aventura cuando el estrepitoso sonido de un trueno retumbo detrás de nosotros. Al mismo tiempo una avalancha pequeña comenzaba en algún lugar lejano, por lo cual no le dimos mucha importancia. Esperábamos tener vistas espectaculares desde el paso Salkantay, pero quedamos con la imagen de la señal de altitud. Después de eso todo era cuesta abajo.

El trek desde Abra Salkantay (15,090 pies / 4,599 m) hacia nuestro campamento en Wayracmachay (12,477 pies / 3,802 m) fue increíble. El tiempo era soleado y despejado, al empezar la caminata, pero después de este punto el clima se tornó frío y nublado. La espesa neblina cernía la luz sobre los rebosantes lechos de arroyo de deshielo de los glaciares haciendo que estos emitieran tonalidades perfectas y armónicas.

Ya en este punto nuestra frustración se hizo notable. A pesar de que la caminata del día fue de tan solo 9 millas, algunos tuvieron problema para completar la distancia recorrida. Generalmente, me gusta ir despacio para poder disfrutar de lo que el camino ofrece a los caminantes. Desafortunadamente la temperatura comenzó a descender rápidamente por lo tanto mi plan era tener nuestra tienda lista antes de que caiga la noche. Julia y yo, junto a los porteadores hicimos un gran esfuerzo para llegar a tiempo al lugar donde estableceríamos el campamento de aquella noche, nuestro guía se quedó detrás con los otros miembros del grupo, esto se repetiría en los días siguientes de nuestra aventura.

Finalmente lo logramos, establecimos nuestro campamento en Wayracmachay justo antes de la puesta del sol, mientras tanto esperábamos por Mario y su magia en la cocina. La comida estaba compuesta de arroz con pollo y papas, además de una suculenta sopa y unas deliciosas galletas. Es muy raro comer tan bien en este tipo de aventura, así que no teníamos más que disfrutarlo. También contábamos con una provisión inagotable de agua caliente la cual nos permitía deleitar nuestro paladar con un exquisito te. Sentados alrededor de la mesa como grupo, era ahora cuando empezábamos a conocernos un poco mejor los unos a los otros. El momento era oportuno, para que Efrain narrara algunas historias sobre el imperio Inca, lo que serviría como introducción de lo que seríamos testigos en los días por venir.

Después de eso, nos dirigimos al campamento principal donde buscamos nuestras tiendas personales para acostarnos. Mi tienda estaba en la parte baja, desde donde podía observar el cielo transparente tan claro como un cristal. Nunca me sentí tan cerca del Cosmos como aquella noche. A pesar del cansancio no podía simplemente acurrucarme y dormir, tenía que ir afuera para capturar este espectáculo con mi cámara. Con esas imagines impregnadas en mi mente, finalmente entré a mi tienda para caer en un profundo sueño.

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